A continuación copio un texto que escribi hace algunos años...
Demasiado tiempo considerando que el tiempo no existe, y que el hombre, en su interminable afán por controlarlo todo, inventa y se somete a sí mismo a sus creaciones. Si el tiempo fue algo glorioso, y los imperios duraban siglos, generaciones... ahora las generaciones duran horas y los imperios caen, como siempre debieron de haber caído. Nada es eterno, aunque las horas renacen, y después de una siempre viene otra, y cuando el día acaba, sabemos que a la mañana siguiente volverá. Y cuando una estrella muere, nace otra en su lugar, así como las personas nos descomponemos dando vida a numerosos organismos. En ese caso, ¿somos nosotros lo mismo que el tiempo?. Guardamos una relación directa, y nuestros biorritmos son prueba de ello. No debemos olvidar que el tiempo surgió para explicar las estaciones, los años, y poco a poco cada partícula, por mínima que sea. Minutos, segundos, microsegundos. Y esas estaciones, condicionadas por la presencia de la Luna, del Sol, no son más que la respuesta del planeta ante los distintos asteroides que nos rodean. Y si estos cuerpos afectan al planeta, generador de vida y vida en sí, también afectan a cada pequeño ser que lo habite, como a los seres humanos. Todos guardamos una relación con el universo. Según dicen, somos la evolución del polvo de estrella. En este caso. Todos somos como una pequeña estrella, desorbitada por culpa de la mal llamada “razón”. Y como buena estrella, aunque vagando en el universo sin control, vamos a dar con otra estrella, por la que sentimos atracción, y giramos como en un baile de gala, la una con la otra. Sí, somos como las estrellas. Quien sabe si daremos con un cuerpo mayor y las dos estrellitas, tan unidas antes, ahora quieren alcanzar esa nueva masa. No sé. Los astrofísicos se empeñan en clasificar el universo, darle forma, determinar sus límites. Quizá la respuesta a todo no esté tan lejos, ni tan cerca, y los microscopios tampoco sirvan para nada. En cualquier caso, al final será el ser humano el único conocedor de la verdad, de toda la verdad. ¿O no?. El tiempo lo dirá, recobrando de nuevo todo su valor, su etéreo poder.
Esa tendencia al control, llevó a Hitler a marcar con una estrella a los judíos, curiosamente la misma estrella de la que ellos tan orgullosos se sentían. Ahora se tiende a seguir marcando a las personas por etnias o por condición: moros, chinos, negros, blancos, maricones... y todos ellos están orgullosos de pertenecer a su raza, de ser parte integrante de su religión. Incluso existe el día del orgullo gay. Seguimos ejerciendo nuestro papel como humanos, y en vez de derribar barreras, de integrarnos, nos empeñamos en seguir diferenciando a las personas, clasificarlas. La mayoría de las cosas que aportarían algo a esta unión están mal expresadas, mal interpretadas. Cuando algo no gusta a los poderosos, les basta con lanzar una bomba o una ley contra eso que no les gusta. Las decisiones radicales son siempre la solución de los ignorantes ante problemas que ellos mismos se han creado. ¿Por qué no un mundo plural, abierto, respetuoso?. ¿Por qué no colaborar todos por la paz, el amor a la vida, la solidaridad, el cariño incondicional?. En vez de fomentar el odio y el rechazo a la vida.
Es tan triste levantarse cada día, y contemplar con pasividad como el mundo cambia, pero no progresa. Que cada vez hay más muerte, más odio, y que quienes de verdad tenemos esperanza, amor por la vida y no sólo la nuestra, sino la de cada insignificante ser en este inmenso planeta, no podemos hacer nada. Son los poderosos quienes tienen esa capacidad, pero sólo es poderoso quien ambiciona, quien aplasta, quien posee. No se es poderoso por tener buenas intenciones, gran corazón o un razonamiento claramente pacífico, sino que se es poderoso por odio, rencor y competición. Y nosotros, asistimos impasibles ante eso, ¡¡¡aplaudimos!!!. Fomentamos que exista ese poder tan destructivo. No ponemos barreras a las injusticias que las fuerzas del estado cometen, porque el propio estado no nos lo permite. No me siento protegido por mi gobierno, por ningún gobierno. Me siento reprimido, prisionero de unas leyes que nunca he tenido opción de aceptar. Me siento agobiado ante una sociedad que se devora a sí misma en un absurdo afán por ser más, por tener más. Me siento frustrado. Aunque supongo que nosotros no elegimos el mundo que nos ha tocado vivir. ¿Pero qué pasa?. ¿Vamos a conformarnos, o vamos a hacer como hace el ser humano convencional?. Adaptar ese mundo a nuestras necesidades.
Se nos vende una libertad de expresión cargada de apologías, que no es ni libre ni significativa. Se nos vende una igualdad de derechos tan desigual como corrupta. Se nos vende la idea de que hay clases bajas y altas, como si las altas fuesen mejor y las bajas una escoria de la que hay que ocuparse, y peleamos, como perros, por conseguir el hueso más grande del festín que se dan nuestros “amos”. La política volvió a nuestra historia como sucesión de la religión; igual que la metadona combate a la heroína y la suplanta o se complementan.
Y se niegan ahora realidades evidentes, como se negó en sus días que la tierra giraba alrededor del Sol o que esta era redonda. Tan redonda como los círculos que los burros de noria trazan en su cansino caminar a ningún sitio.
¿Hacia donde se dirigía este planeta que vagaba sin rumbo en el silencioso universo?. ¿Era tarea de los hombres el tomar los mandos que algún dios dejó por tedio?. ¿O era tarea de ese dios, que volvería...?.
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