Detonan las angustias en el pecho,
suben las humaredas por el cuello
y nublan la vista, despejan la razón.
Atosigan a salir al llanto amargo
y debilitan cuerpo cansado en mente agotada.
Cuentan con impunidad a mi enemigo
el subconsciente, que estoy más solo que nunca.
Apalean a mis instintos, los aplacan.
Secuestran a mi inspiración inerte.
Bombean dolor en mi sangre,
arañan mis manos, mis pies, mi cara.
Atacan, agreden mi escaso interés de vida
hasta que salen, triunfantes
y dejando tras de ellas destrucción
y un muerto.
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