Un hacha cae ligera
sobre la pierna cortada
haciendo astillas
los huesos.
Y yo limpio la sangre
con un trapo.
Luego la boca
me pone una sonrisa
de foto carné
y le tiemblan los labios,
y pone tristes los ojos
mientras espera al
pajarito,
que nunca sale.
El hacha sube,
situándose de nuevo
en posición de ataque.
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