lunes, 29 de enero de 2007

Un lugar horrible?

Insisten en decir que el mundo es un lugar horrible, como en un intento de quitarle culpa al hombre. El mundo es cruel, despiadado, no atiende a la razón... como si la Madre Tierra fuera el origen de todos nuestros males, y la vanidad humana un inocente modo de defensa.

Realmente, ¿qué es lo que hace horrible este lugar? ¿son las plantas, los mares, los desastres naturales? ¿es la Luna?

Somos los hombres.

Es nuestro egoismo, nuestro miedo, nuestras frustraciones. El fracaso, las metas inalcanzables, los sueños rotos por una vanidad más poderosa que nuestra razón.

Habitamos un lugar lleno de sabiduría. Cada estación nos da lo que necesitamos. El mundo esta orquestado de tal forma que podamos vivirlo eternamente, progresar sin destruir, amar sin que se interpongan el odio o el rencor...

Pero el hombre... es un ser despreciable, dominado por la ira, por el deseo de la fuerza absoluta, el control sobre los demás y lo que nos rodea. Somos enfermos de poder. Y los que carecen de poder, subsisten engañados por quienes lo dominan, ignorantes a su vez del sentido de la vida, y con la falta de conciencia suficiente como para hacer crecer este engaño, esta tremenda mentira que llaman sociedad, religiones, politica... todo una trama pseudo-imaginaria para tenernos atados a unas ideas que no son nuestras, ni suyas, sino el instrumento para adormecer a las personas, enfrentarlas, cegarlas y apartarlas de la conciencia real del mundo.

No, el mundo no es un lugar horrible. Es nuestro miedo a lo desconocido, a lo inhabitual, a lo diferente, a lo que no podemos explicar... es la ignorancia la que hace dificil habitar este paraiso. No fue el conocimiento que Adan y Eva adquirieron en esa mitología arcaica, sino la ignorancia que poseyó al hombre a través de las doctrinas inamovibles.

Aún hoy persisten, cambiando de nombre, disfrazándose, pero bajo el mismo manto de hipocresía, de "trabajamos por el bien" como si el bien fuese la propiedad de unos en las manos de otros. Como si inventando enemigos justificásemos las atrocidades más abominables. No, el mundo esta controlado por ignorantes. Gente sin conciencia de la vida o de sí mismos. Gente que cree estar por encima de todo y de todos. Gente sin la que este mundo, sin duda, no sería calificado de lugar horrible.

Pero ¿cuantas voces hacen falta? Como si con las voces bastase. No, no se trata de manifestarnos, de reunirnos en torno a una mesa y debatir. No se trata de concienciar, sino de ser. De ser personas, de ser humanos, de ser parte del mundo y no sentirnos ajenos a él, a todo lo que sucede. El mundo puede, debe cambiar, pero a través de cada uno de nosotros, como individuo, como parte indisoluble de este todo del que somos una minúscula parte. La verdad, la tan ansiada verdad, buscada por muchos, enterrada por tantos, está dentro de nosotros mismos. La verdad somos nosotros y la podemos descubrir a través del respeto, del amor sin condiciones por la vida, por las cosas, incluso el respeto a la enternecedora vanidad que nos humaniza, a las ideas que no se anteponen a la vida. El respeto al poder errar, al poder fracasar, al poder temer.

No, el mundo es un lugar perfecto, y nosotros podemos ser perfectos también, cuando los prejuicios, el odio irracional y el miedo, dejen incluso de formar parte de nuestra historia.

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