Tú, llegaste tarde,
tras un verano, largo,
del que traté de huir.
Tras vivencias que ahora
riegan mi sonrisa
o entristecen mis recuerdos.
Tú, viniste
ya pasados nubarrones,
escuchado entierros.
Cuando la vida
me había dado,
de nuevo cuerda y lecciones.
Me invitaste
a estar saciado de cariño,
a no querer pensar en ti
con otro nombre.
A no temer, ni reprimirnos.
Conquistaste,
edificaste las ruinas
que de mí habían caído,
instaurando tu gobierno amable
de sentido y paz.
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