Mientras permito que el ordenador trabaje un poco por mi, bajo al restaurante a prepararme una tetera bien cargada.
La maquina está encendida, en previsión de los desayunos que el grupo de la productora que se aloja con nosotros ahora han pedido para esta madrugada, por lo que aprovecho la circunstancia a mi favor.
Tomo dos sobres de té, los dispongo en el interior del recipiente inoxidable y aprieto el boton de la máquina que reza: agua. ¡Yo rezo por que salga caliente! Y así es. Me marcho de allí, no sin coger una taza, una cucharilla y un par de sobres de azucar morena. ¿y esta perra del azucar morena? Otra de mis costumbres sin sentido. ¿Realmente capto la diferencia de sabores entre azucar blanca y morena? La verdad es que sí, o al menos eso piensan mis papilas gustativas, y en este placer primario, ellas mandan... por ahora.
Tras tropezarme en el último escalón sin más repercusión que un tintineo de taza y plato, alcanzo el back office, donde puedo sentarme cómodo a degustar este agua caliente con hiervas que tanto me cautiva. Un hábito que intento disfrutar a dirario, tantas veces como la situación o la pereza me lo permitan.
Es en estos momentos, con mi taza de té, sentado casi cómodamente, cuando más me apetece escribir algo. Lo que sea! Sacar un bolígrafo, un papel, y escribir. Las múltiples utilidades de un ordenador hacen que me sea más dificil concentrarme en sacar de mí algo coherente o abstracto. Algo que deba sacar, al fin y al cabo, sea del color que sea. En cambio, el papel... es la magia del papel en blanco! No se a quien lei algo parecido, o esa misma expresión... 'la magia del papel en blanco' y no lo entendí. Pero es cierto. Da la ocasión de crear y de expresarte, con sus limitaciones, pero en un campo infinito, donde el límite está en algún lugar de nuestro cerebro o nuestra alma (de quienes la tengais, aún, muy bien atada)
Y es que últimamente no llevo encima mi cuaderno, al que titulé como a este blog, Despues de Abril, y que es fuente de la mayoría de textos que tengo por aquí, de gran parte de los poemas...
Me sirvo la segunda taza de té.
Antes siempre llevaba un bolígrafo y un trozo de papel a mano, o la mitad de las veces con el bolígrafo me era suficiente. No me gusta ir cargado con un bolso de mano. Mi despiste y yo no tenemos confianza el uno en el otro, y me lastima la idea de perder cualquier cosa, a pesar de que lo material es efímero, bla bla bla, y lo material que yo pueda tener, además de efímero es entristecedor... pero también es por no perder la comodidad, la libertad! No me gusta estar atado a nada de lo que tenga que estar pendiente... (salvo si ladra, habla, o especialmente, maulla) pero voy a volver a hacerlo. Me haré de un bolígrafo pequeñito y cómodo... hay miles de esos de propaganda, que lejos de lo que proclaman, ansían que alguien les gaste la tinta... El trozo de papel nunca fue problema, pero una libreta de notas simple hará que no tenga que agacharme o aprovechar cualquier hoja de descuentos y sectas que reparten por las calles que frecuento, con las que termino haciendo un barquito antes de hundirlo en la papelera más cercana o dárselo como 'regalo' a quien camina a mi lado para que decida el cruel destino del decorado navío.
Voy a por unas patatas...
Se agradecen a las 3:36 de la madrugada, casi tanto como esta taza de té, que se enfría 'como tus manos frías, sobre mi espalda'.
martes, 9 de octubre de 2007
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