No me asustó que
te quitaras los zapatos
en aquella habitación de hotel...
Ni lo que vino después...
Tu ímpetu, el 'censored' de tus labios,
a pesar de las caricias desatadas,
que pasaron de la timidez
a lo blasfemo.
La sesión de fotos en la ducha, la cama,
el suelo...
Con mi gorra puesta,
luego fuera todo.
El abrazo interminable a las 5:37
de la madrugada,
como si fueras a irte
y dejarme solo.
¡Y tus labios!
ya brisados ¡Lo siento!
Por mi barba, atea
sin afeitar.
Esa marca que escondo en mi pecho,
en el único lugar
que te dejé que profanaras
de ese modo...
Y tus manos inquietas
incapaces
de dar con el latido
de mi corazón.
Al final esa huída clandestina
que intentaba retrasar
y apaciguaste con la promesa
del próximo encuentro.
Me asustaba que
te pusieras los zapatos
sin preocupación
dándome la espalda.
lunes, 29 de octubre de 2007
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