Me dolió, sin duda. Tras una conversación aparentemente cordial, en la que intentas preocuparte por una persona que te importa y te parece que está en un mal momento, la susodicha, te suelta: 'No seas tan falso' dándose media vuelta y desapareciendo a escasos metros de mi estupefacción.
A mi, sinceramente, lo que opinen de mí personas ajenas a mi vida, son nubes en el agua... pero lo que diga o piense alguien que sí me importa... y si es algo negativo, como en este caso llamarme falso... duele.
Primero le preguntas a ella el por qué. ante su silencio y huída, repasas el diálogo. ¿Qué dije? ¿En qué tono? ¿Qué ha podido malinterpretar? Como tercer paso si los otros dos han resultado inútiles, ya repasas un cúmulo de situaciones vividas con esa persona que pudieran ayudar a esclarecer sus palabras... igual que un antivirus que revisa la memoria de tu ordenador personal.
Lo más fácil, es hacerte oir por esa persona. Ser claro con ella y decirle: esto me ha dolido. ¿Qué significa? Pero no esperes una respuesta sincera. Al menos pidió disculpas, aunque en ver de decir la verdad, el fondo que produjo esa frase, se limitó a un: no tengo un buen día y te dije algo que no pensaba...
Si alguien te llama algo de la categoría de 'falso' (para mí es más que un insulto que cuestionen la veracidad o la intención de lo que hago o digo) tiene siempre que tener una razón, y no una simple ofuscación causada por a quien le importa el qué.
El caso es que igual que a mí me dolió eso de 'falso' a otro puede no importarle, y dolerle cualquier otro insulto. Para insultar hay que saber el cómo y el quien. No basta con soltar improperios o barbaridades por esa boca que unos tenemos más grande que otros. Se puede insultar fácilmente para rivalizar y enfadar al adversario, pero el auténtico sentido de los insultos es hacer daño.
Yo en caso de tener que insultar a alguien, utilizaría lo que denomino 'Insulto Inteligente' donde si no lo entiendes, además, te estaré llamando idiota.
martes, 23 de octubre de 2007
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