Desde este balcón,
junto a la silla donde
me siento a escribir esto,
veo el Océano junto al que paseamos
una sola tarde
que teníamos que volver a casa.
Oigo el oleaje tímido,
¡el viento!
que nos acompañaban aquel día.
Oigo el tic-tac de la Luna
retumbar en mi pecho
durante siete meses,
como el temporizador de una bomba
que no se puede parar.
O explota.
Siento tu pelo,
ondulado, oscuro, largo...
¡Irrespetuoso!
Entre mis dedos.
No recuerdo
el aroma de tu cuello
cuando lo recorria con mis labios.
Junto a este balcón
desde donde veo llover,
o como arde el cielo,
o como cae, pesado.
Sobre ese balcón...
desde el que caigo.
miércoles, 3 de octubre de 2007
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