lunes, 3 de marzo de 2008

Paranoia

Apenas son las tres de la madrugada, cuando una brisa hace que me percate de que se ha abierto la puerta del hall... distingo a lo lejos a un hombre que duda si debe entrar o salir... esta cabizbajo, y su cuerpo se balancea, tratando de contener, quizá, algo que le obliga a seguir avanzando. Finalmente camina hacia donde yo estoy. Los primeros pasos igual que un zombie... los siguientes algo más decididos.

Lo observo con cautela a través de las cámaras de vigilancia. Se detiene a escasos dos metros de la puerta de mi oficina, nuevamente cabizbajo, con ese enfermizo balanceo... sin fijar su atención en ningún punto... quizá luchado enfurecido contra un mar que le empuja hacia dentro, que le impide hacer cualquier cosa que no sea esforzarse por respirar y patalear agonizante.

Agarro el walkie que me conecta con el servicio de seguridad y salgo a su encuentro con el dedo sobre el boton para hablar, como si se tratase del gatillo de una pistola caliente en una pelicula de vaqueros. Se inicia el diálogo.

- Buenas noches.

Observo ahora más detenidamente al individuo. Ronda los 40 años. Pelo desatendido, como su barba, que empieza a blanquearse. De rostro más que pálido, grisáceo... Lleva puestas al menos cinco prendas gruesas de abrigo.

- Buenas noches.

Me responde sin atreverse apenas a mirarme. Tiene su mano derecha en el bolsillo del último chaquetón que viste.

- ¿Está solo? - Se atreve a preguntarme mientras yo me pregunto de qué va todo esto.
- Por supuesto que no. ¿Puedo ayudarle? - Digo sin demasiado interés por parecer educado.
- Pero usted es el responsable, ¿verdad?.
- Ahora mismo sí. ¿Qué quiere?

Sigue cabizbajo, sin mirarme directamente a los ojos, totalmente inseguro sobre lo que está haciendo, o sobre si hace lo que debe. Quizá ni siquiera esté seguro de estar donde esta o de ver y escuchar lo que ve y escucha. Ahora Trata de disculparse por algo que no consigue explicar.

- Perdone, yo... mire como vengo, me he puesto lo que... es que esto no puede seguir así, ¿me entiende?
- ...
- Es que la calle está llena de asesinos, esto no puede seguir así y nadie hace nada.

Tras esta revelación, por fin se decide a mirarme a los ojos, aunque todavía con bastante inseguridad. Yo me limito a escucharle. Mientras no intente hacerme nada, no me importa indagar sin pretensiones a través de mi silencio.

- La policía no hace nada, ¿sabe? hoy han estado en mi casa y no me han ayudado a salir.

Sinceramente, no me importan sus motivos, sigo callado, con mi mirada inquisitiva más sobreactuada posible.

- La calle está llena de asesinos, hay veinte jóvenes que quieren matarme y me han intentado dar un paliza, ¿sabe? y ya no se que hacer para que la policía me ayude. Es intolerable en lo que se ha convertido esto, ya no se puede venir aquí. Si intento salir de mi apartamento, no me dejan y si intento entrar tampoco me lo permiten.

- Esta fea la cosa ¿no?

- Y he denunciado pero no hacen nada, creo que debería denunciar en la capital, aunque tampoco me harán caso y esos jovenes siguen ahi fuera.

El hombre sigue con su disertacion, con un diálogo interno del que me siento un mero observador, pero el espera que yo interactue, que le de la razon, que lo apoye, que me preocupe y me vuelque con su injusta situacion. Yo en cambio, no pienso contribuir a su locura.

No es de aqui, su acento lo lleva mas al norte... su apariencia en cambio, parece ir a llevarlo mas abajo, un lugar calido del que no conseguira salir... donde ya tiene un pie, atrapado como por un cepo, cruzando la frontera que separa la Tierra del Infierno.

- Quizá... se me acaba de ocurrir, ¿verdad? quizá debería... ¿ve la fuente? esa fuente, quizá deberia teñir el agua de negro... no, lo quitarían enseguida, nadie podria verlo y no llamaria la atencion. ¡El Ayuntamiento! si, si pintase de negro el Ayuntamiento o este edificio llamaria mas la atencion.

- Sin duda.

- Han intentado matarme, ¿sabe? y nadie hace nada, pensé que quizá usted pudiera hacer algo.

- ¿Yo? No cuente con ello.

- Nadie hace nada, esos asesinos están ahí y a nadie le importa. Sí... pintar de negro el Ayuntamiento, eso llamaría la atención ¿verdad?

- Ya.

- ¿Eso es todo lo que tiene que decir?

Rebusca en su bolsillo sin encontrar nada, mira su mano vacía y retrocede unos pasos. Ha vuelto a bajar la vista, yo en cambio le miro a los ojos, con un gesto apaciguado, de indiferencia a todo lo que me está contando.

- Ya... ¿no dice nada mas? Habla como si ya supiese lo que esta pasando y lo viese normal.

- ...

- Pensé que usted podría ayudarme, pero ya veo que no. Le cuento que hay veinte asesinos por las calles intentando matarme y solamente dice 'ya'.

- Así es. - Digo con firmeza y cierto aire prepotente.

El individuo sigue retrocediendo, se gira y camina hacia la salida, volteandose para ver donde estoy o que hago. Cuando esta suficientemente lejos, vuelve a detenerse cabizbajo y a balancearse sobre el sitio para, a continuación, abandonar la estancia con ese peculiar andar de muerto viviente.




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4 comentarios:

Hermanita de la Caridad dijo...

Hay que ver! deberías haberte puesto tu disfraz de súper heroe y haber salido a combatir el crimen, qué poco te gusta ayudar!! jaja.

Besos

Unknown dijo...

Como si no tuvieras nada mejor que hacer por las noches que salir a combatir a los que reparten maldad por el mundo... xD.

Manda güebos con la sociedad coño...

Ese tio estaba... loco, sí, creo que es la palabra exacta.

Lo que hay que aguan...sí sí, pintar el Ayuntamiento de negro, eso ayudará... quiero decir... lo que hay que aguantar xD.

1 abrazo tio! Y ten cuidaito por las noches!! Jeje.

1 saludo.
j0s3m4 =)

Hermanita de la Caridad dijo...

Por cierto, es buena idea lo de pintar el Ayto. en negro, no? Eres "Recepcionman" el superoheroe de los insomnes!!

Sam dijo...

Esa noche no llevaba la capa, la tuve que dejar fuera porque no tenía donde meter el bocadillo!! Y es que la vida a veces tiene estas decisiones...