Anoche soñé que me amabas
y me agarrabas de la mano,
sin pudor,
frente al cura.
Nos besabamos aprovechando
el apagón,
y sólo un relámpago
nos revelaba
abrazados, apasionados,
enzarzados
en un amor profundo.
Soñé que paseabamos
muy juntos
por el jardín de piedra
de un monasterio
que tenía cerradas sus puertas.
Y no tenías miedo
a mostrarme tu cariño,
recostar tu cabeza
sobre mi hombro
o aferrarte a mi cintura
como hacen los enamorados.
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