España, 2008.
La población civil se esfuerza en mantener un estado de vida más o menos bajo siempre por encima de las posibilidades que la sociedad de consumo y el Gobierno nos permiten, mientras que los cuerpos de policía (los hay de todos los colores) la protegen de actos de violencia y diversos tipos de agresión llevados a cabo por grupúsculos de inadaptados o irracionales.
Todas las Fuerzas de Seguridad actúan con eficacia para defender a los bienechores... ¿Todas? No. En algún lugar de Coslada resiste una comisaría que se pasa por el forro de lo que les falta el motivo que les da de comer. Su poder resiste en unas extrañas placas de metal, un carguito que les pudo haber tocado en la ton-to-tómbola y una curiosa bebida transparente: la ginebra peleona.
Esto parece una historia como otra cualquiera... como esas que a diario escuchamos en las noticias cuando nos hablan de países gobernados por una dictadura, o donde la pobreza hace que los "fuertes" se aprovechen de pertenecer a una institución pública armada para conseguir beneficios personales. Pero España, dicen, cuentan, se rumorea e incluso creo que está escrito en algún sitio... NO es un país tercermundista ni regido por un régimen dictatorial (ya no)
¡Y la justicia hace aparición! Hay quien dice que tarde, hay quien dice que ya era hora, y hay quien no dijo nada (que no se vengan quejando ahora) Porque esos que decía antes, la Población Civil, estaba atemorizada. Pero no por los pistoleros del Estado, ni siquiera por los delincuentes habituales o no. Sino por un sistema que no acaba de arrancar. Que asusta y criminaliza a quienes debe escuchar y defender, y da pan a quien no tiene hambre.
No es un día para estar orgulloso, ni echarse las manos a la cabeza sorprendidos con espanto. Es el momento para denunciar. Es el momento para no quedarse callado. Para ir a donde haya que ir y reclamar que el Estado funcione. Para darnos cuenta de una maldita vez que esto no es un régimen militar y que la policía está para defendernos de quienes se arman para abusar del poder que les da la polvora y la metralla. De quienes se arman porque su sentimiento de inferioridad es tal, que no se ven capaces de mirarte a los ojos, de hablarte de tú a tú, si no es con una pistola que puedan poner por encima de tu cabeza. De quienes tratan de posicionar al hombre sobre el hombre, en un intento patético de existencia primitiva.
Y si la justicia no escucha... entonces... ¿qué hacemos parados? ¿qué pintamos aquí?
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sábado, 10 de mayo de 2008
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