No lo sabe.
La situación es difícil
y los tiempos cambian.
La estudiante se calma.
El ladrido, a veces oscuro
otras veces meditado
saca de su escondite
a los demonios.
Los pinceles limpios
los libros ordenados, intactos.
Los cuadernos llenos
de palabras ajenas
nos revelan su inexperiencia.
Ella, cansada la mano
de lamentarse.
Tumbada el alma
boca arriba en un espejo.
Sola, tras tanto aguantar
su presencia.
Sigue sin saberlo.
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