viernes, 6 de junio de 2008

La piedra en el zapato

En ocasiones, vamos caminando despreocupados a nuestro destino, y sin darnos cuenta, se nos cuela alguna piedra en el zapato. Suelen ser insignificantes, pero muy molestas. Porque... ¿qué es una piedra en comparación con nuestro ego?

Sólo piedras, no son nada.

Y hay veces que las soportamos durante un tiempo, más que nada por la pereza de deshacernos de algo tan nimio. Otras veces en cambio, nos paramos y nos tomamos la molestia de sacudir nuestro calzado y dejarlas tiradas en el camino. ¡Ellas se metieron en nuestra vida sin preguntar! No llamaron a la puerta ni nada de eso. ¡Simplemente vieron un hueco y se colaron! No cometemos ningún delito si ahora las dejamos arrumbadas, olvidadas, sentenciadas a padecer la ignorancia y el desengaño. La desazón de su fracaso.

Seguramente alimentaron su imaginación de piedra con fantasías ridículas sobre el viaje que emprendían. Sobre el anfitrión al que querían unirse. Lo veían como una gran roca de fuego que descendía del cielo cebando la mente de ilusos y poetas con sueños y delirios de grandeza. ¡Querían ser como él! o en su defecto, una piedra más en su zapato. Ser una marca más en su diario de viaje.

Desventuradas piedras, que en vuestra ajetreada existencia, siendo pisoteadas y desechadas a diario, siendo ignoradas y vapuleadas, no perdeis la esperanza de convertiros en algo más. Creeis lo que os cuentan sobre piedras que llegaron a ser grandes rocas que los flashes iluminan. Rocas que los instintos más primitivos idealizaron. Rocas de papel que no pueden ver el Sol porque las achicharra, las descubre, y vuelven a su insignificancia con la vanidad apaleada.

Es cierto. A veces vas andando, y se te cuela una piedra en el zapato. Y te lo cuento a ti, que vas a mi lado.

- Eh, se me ha colado una piedra en el zapato.
- Si te molesta paramos un momento y la quitas.
- Sólo un segundo, me apoyo en tu hombro, me descalzo y la saco de ahí.
- A veces jode que se te cuele una, ¿verdad?
- Nah, sólamente si nos empeñamos en seguir llevándola ahí el resto del camino. Si nos libramos de ella a tiempo ya está.
- Hablas de la piedra como de alguien que se mete en tu vida por toda la cara. Jajaja.
- Hay personas que se empeñan en irrumpir en tu vida, como una piedra en el zapato.
- ¿Y que harías en esa situación?
- Igual que ahora. Te lo comento, me detengo un instante, me apoyo en ti para no perder el equilibrio, la saco de aquí antes de que siga o empiece a dar el coñazo y seguimos caminando.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si llevas los zapatos desatados es más probable que se te cuele una piedra. Un consejo, amarra bien esos cordones. ;)

Sam dijo...

A veces esa piedra es como el tipico vecino o la tipica vecina coñazo que viene a pedirnos sal y cuando nos damos cuenta esta olisqueando todos los rincones de nuestra casa. No importa como llevemos los zapatos. Aunque estemos descalzos! se cuela entre los dedos de nuestros pies.

Ese tipo de gente nunca es bienvenida. Es igual que... como decirlo? que una piedra en el zapato.

Saludos y gracias por leerme!