Tengo ganas de escribir una canción y componer... Ultimamente no tengo mucho tiempo para eso, y cuando lo tengo, me invade la pereza y acabo desaprovechando el momento hasta sentirme culpable.
Quizá hoy cuando me levante, vuelva a afinar la guitarra y sacar el "casio" del armario. Quizá encuentre la voluntad y la inspiración... ¡o quizá no!
Al menos prometo que lo intentaré...
¿Y para qué? Para nada. No pretendo hacer de mis inquietudes musicales un sueño iluso de profesión o éxito. Lo veo todo desde donde estoy y hasta donde pretendo llegar. Mis ambiciones son otras y mi interés por escribir, por componer, por pintar y por todo lo demás, no son más que por la mera satisfacción de expresarme y crear. Muchos cuando somos adolescentes tratamos de seguir a unos "ídolos" que para bien o para mal influyen en nuestro estilo de vida, en nuestra visión de las cosas y causas más elementales o trascendentes, (a veces incluso en las más vanas) Creemos que la solución a nuestros problemas está en conventirnos en líderes exitosos.
Nos equivocamos.
No digo que no debamos ir detrás de nuestros sueños. Lo que digo, es que no debemos limitar nuestra felicidad a conseguirlos, porque nuestra felicidad está en saber y querer disfrutar de lo que tenemos a nuestro alrededor, y de nosotros mismos. Hay que tener ambiciones, claro que sí, pero no ver esas ambiciones como nuestra coronación sobre las masas o como la salida triunfante de un tunel en el que hemos entrado porque nos daba miedo lo que había a nuestro alrededor.
Hoy tengo ganas de escribir una canción... de componer algo bonito. Quizá afine la guitarra, saque el "casio" del armario...
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lunes, 16 de junio de 2008
domingo, 8 de junio de 2008
Luna Creciente
Demasiados amaneceres
mirando al oeste
para huir después del Sol.
Para soñar que te busco
a tientas
sobre mi cama.
Ver tu sonrisa que ilumina
como la de una Luna creciente.
mirando al oeste
para huir después del Sol.
Para soñar que te busco
a tientas
sobre mi cama.
Ver tu sonrisa que ilumina
como la de una Luna creciente.
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viernes, 6 de junio de 2008
La piedra en el zapato
En ocasiones, vamos caminando despreocupados a nuestro destino, y sin darnos cuenta, se nos cuela alguna piedra en el zapato. Suelen ser insignificantes, pero muy molestas. Porque... ¿qué es una piedra en comparación con nuestro ego?
Sólo piedras, no son nada.
Y hay veces que las soportamos durante un tiempo, más que nada por la pereza de deshacernos de algo tan nimio. Otras veces en cambio, nos paramos y nos tomamos la molestia de sacudir nuestro calzado y dejarlas tiradas en el camino. ¡Ellas se metieron en nuestra vida sin preguntar! No llamaron a la puerta ni nada de eso. ¡Simplemente vieron un hueco y se colaron! No cometemos ningún delito si ahora las dejamos arrumbadas, olvidadas, sentenciadas a padecer la ignorancia y el desengaño. La desazón de su fracaso.
Seguramente alimentaron su imaginación de piedra con fantasías ridículas sobre el viaje que emprendían. Sobre el anfitrión al que querían unirse. Lo veían como una gran roca de fuego que descendía del cielo cebando la mente de ilusos y poetas con sueños y delirios de grandeza. ¡Querían ser como él! o en su defecto, una piedra más en su zapato. Ser una marca más en su diario de viaje.
Desventuradas piedras, que en vuestra ajetreada existencia, siendo pisoteadas y desechadas a diario, siendo ignoradas y vapuleadas, no perdeis la esperanza de convertiros en algo más. Creeis lo que os cuentan sobre piedras que llegaron a ser grandes rocas que los flashes iluminan. Rocas que los instintos más primitivos idealizaron. Rocas de papel que no pueden ver el Sol porque las achicharra, las descubre, y vuelven a su insignificancia con la vanidad apaleada.
Es cierto. A veces vas andando, y se te cuela una piedra en el zapato. Y te lo cuento a ti, que vas a mi lado.
- Eh, se me ha colado una piedra en el zapato.
- Si te molesta paramos un momento y la quitas.
- Sólo un segundo, me apoyo en tu hombro, me descalzo y la saco de ahí.
- A veces jode que se te cuele una, ¿verdad?
- Nah, sólamente si nos empeñamos en seguir llevándola ahí el resto del camino. Si nos libramos de ella a tiempo ya está.
- Hablas de la piedra como de alguien que se mete en tu vida por toda la cara. Jajaja.
- Hay personas que se empeñan en irrumpir en tu vida, como una piedra en el zapato.
- ¿Y que harías en esa situación?
- Igual que ahora. Te lo comento, me detengo un instante, me apoyo en ti para no perder el equilibrio, la saco de aquí antes de que siga o empiece a dar el coñazo y seguimos caminando.
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Sólo piedras, no son nada.
Y hay veces que las soportamos durante un tiempo, más que nada por la pereza de deshacernos de algo tan nimio. Otras veces en cambio, nos paramos y nos tomamos la molestia de sacudir nuestro calzado y dejarlas tiradas en el camino. ¡Ellas se metieron en nuestra vida sin preguntar! No llamaron a la puerta ni nada de eso. ¡Simplemente vieron un hueco y se colaron! No cometemos ningún delito si ahora las dejamos arrumbadas, olvidadas, sentenciadas a padecer la ignorancia y el desengaño. La desazón de su fracaso.
Seguramente alimentaron su imaginación de piedra con fantasías ridículas sobre el viaje que emprendían. Sobre el anfitrión al que querían unirse. Lo veían como una gran roca de fuego que descendía del cielo cebando la mente de ilusos y poetas con sueños y delirios de grandeza. ¡Querían ser como él! o en su defecto, una piedra más en su zapato. Ser una marca más en su diario de viaje.
Desventuradas piedras, que en vuestra ajetreada existencia, siendo pisoteadas y desechadas a diario, siendo ignoradas y vapuleadas, no perdeis la esperanza de convertiros en algo más. Creeis lo que os cuentan sobre piedras que llegaron a ser grandes rocas que los flashes iluminan. Rocas que los instintos más primitivos idealizaron. Rocas de papel que no pueden ver el Sol porque las achicharra, las descubre, y vuelven a su insignificancia con la vanidad apaleada.
Es cierto. A veces vas andando, y se te cuela una piedra en el zapato. Y te lo cuento a ti, que vas a mi lado.
- Eh, se me ha colado una piedra en el zapato.
- Si te molesta paramos un momento y la quitas.
- Sólo un segundo, me apoyo en tu hombro, me descalzo y la saco de ahí.
- A veces jode que se te cuele una, ¿verdad?
- Nah, sólamente si nos empeñamos en seguir llevándola ahí el resto del camino. Si nos libramos de ella a tiempo ya está.
- Hablas de la piedra como de alguien que se mete en tu vida por toda la cara. Jajaja.
- Hay personas que se empeñan en irrumpir en tu vida, como una piedra en el zapato.
- ¿Y que harías en esa situación?
- Igual que ahora. Te lo comento, me detengo un instante, me apoyo en ti para no perder el equilibrio, la saco de aquí antes de que siga o empiece a dar el coñazo y seguimos caminando.
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jueves, 5 de junio de 2008
domingo, 1 de junio de 2008
Rock & Roll
Solo teníamos quince años
y ahí supe lo que sería...
dos corazones marcados
para el resto de los días
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